domingo, 19 de julio de 2015

Entrevista a Luis Felipe Lomelí por su libro "Okigbo vs las transnacionales y otras historias de protesta"


"Letra Urbana" entrevista a Luis Felipe Lomelí, reconocido escritor mexicano que recién ha publicado con La Pereza Ediciones un libro increíble, el cual hará las delicias de todo aquel que conozca un poco el mundo académico norteamericano: "Okigbo vs las transnacionales y otras historias de protesta".

Aquí, el enlace:

http://letraurbana.com/articulos/ingenuidad-y-humor-para-trabajar-en-un-mundo-que-si-uno-se-lo-toma-en-serio-se-vuelve-loco-entrevista-a-luis-felipe-lomeli/

domingo, 12 de julio de 2015

Sobre la autora de "Ruby Tuesday no ha muerto", y su opinión sobre los comentarios de Donald Trump, en El Universal de México

Reseña por El Universal de México sobre la presentación de la novela de Mónica Lavín, en su quinta edición, "Tonada de un viejo amor", en el Instituto Cultural de México en Miami. En El Universal, Lavín habla sobre los desafortunados comentarios de Donald Trump y sobre la reciente quinta edición de "Tonada de un viejo amor", con La Pereza Ediciones, CORP​. Como dice la canción de los Rolling Stones: "Don't question why she needs to be so free".
¡Gracias, Mónica! El título de nuestro sello Bovarismos ha sido para tu novela el más adecuado, sin duda. 
Aquí, el enlace:
http://www.eluniversal.com.mx/articulo/cultura/letras/2015/07/12/monica-lavin-critica-donald-trump

viernes, 10 de julio de 2015

Imágenes de la presentación de "Tonada de un viejo amor", de Mónica Lavín, en el Instituto Cultural de México en Miami

 
Greity González Rivera, directora editorial, y Mónica Lavín

 
Greity González, el Cónsul de México en Miami, José Antonio Zabalgoitia, la narradora Mónica Lavín y Dago Sásiga, encargado de Prensa y Distribución.

 
Mónica Lavín firma ejemplares de la novela a sus lectores. 

Palabras de apertura a la presentación de "Tonada de un viejo amor", de Mónica Lavín

En horas de la tarde de ayer tuvo lugar la presentación de la novela de Mónica Lavín, "Tonada de un viejo amor". La Pereza Ediciones agradece al Instituto Cultural de México, y en especial al Cónsul de México en Miami, el Sr José Antonio Zabalgoitia, por el espacio y el profesionalismo ilimitado, en un evento del que reproducimos a continuación las palabras de bienvenida, por Greity González Rivera, directora de la editorial.


Tonada de un viejo amor comienza con una certeza y termina con una incertidumbre, como deben comenzar y terminar los buenos libros. No es una historia de amor, aunque esté narrada con la intención primera de atrapar, de conmover, incluso, de impresionar. Es un relato sobre el sentido de la fatalidad, y esa es la lectura que quiero darle hoy, pese a que ayer le di otra, y mañana podré, sin dudas, darle una muy distinta. Pero ésta de hoy es la que yo quisiera que se llevaran ustedes a casa.

Tonada… va ya por su quinta edición, y cada vez que se imprime, cobra nueva vida, porque dentro de su clásico revestimiento, es ésta una novela inquietante, que nos hace pensar que hay en sus páginas mucho más de lo que nuestros ojos leen. No se trata sólo de una narración  marcada por el incesto, entre un tío playboy y su sobrina carnal, ubicada en un rígido pueblo mexicano de los años 40 del siglo XX. Tonada de un viejo amor es realmente la historia de la imposibilidad; y de esa fatalidad y ese determinismo que pudiera muy bien ser también otra especie de naturalismo literario. ¿Sería aventurado referirnos a un neonaturalismo?  No cabe dudas que existe un determinismo expresado en la frustración de la protagonista, Cristina, quien vive ahogada entre las convenciones de su familia, una raza de hombres y mujeres genéticamente programados para continuar perpetuando su especie de vinicultores, mediante casamientos disparejos y un sentido de inamovibilidad caracterizado por fiestas pueblerinas abundantes de vino y lujurias secretas, las cuales por fuerza no han de conducir a ninguna parte.

De ahí las alusiones al ajedrez que desde el inicio de la novela, mediante el exergo de Borges, menciona Lavín. No hay en esta historia movimientos reales posibles, mucho menos exitosos. Cuando la dama intenta dar un largo paso, en cualquier dirección, ha de impedírselo incluso un simple peón. Esto se refleja también en el viaje de Cristina a la ciudad. A la muchacha le frustra darse cuenta que en el México citadino tiene lugar una vida diferente, para ella, una vida superior.

De esta suerte, Cristina, más que sentirse decepcionada por no poder disfrutar abiertamente del amor de Carlos, odia el no poder vivir como los personajes famosos de su época. Sobre esta impresión que causó en ella la “ciudad de los palacios”, discurre la joven, dando muestras, por otra parte, de un bovarismo desmesurado.

“Aquí los amores prohibidos se volvían realidad, cada quien amaba a quien quería: María Félix, después de haber estado casada con Agustín Lara, que la volvía canción y eternizaba su belleza, se casaba con Jorge Negrete. La hija del general Mondragón se enamoraba de un pintor viejo y dejaba a su importante marido. El público que se escandalizaba, agradecía el escándalo: las pruebas de vida. Tenía que reconocerlo, la ciudad atizó la ira de su corazón. Pero la había provisto de imágenes y palabras, música y atardeceres distintos como para que no nada más se la tragara el polvo seco del desierto o su almohada de señorita rica, inútil, sin más oficio que el uso de las tijeras, la aguja y el dedal”. 

El popular bolero “Solamente una vez”, que da título a la primera de las dos partes en que se divide la novela, los referentes a la música jazz, tan cosmopolita y a la vez tan acorde a la época descrita en la novela, el cuadro que se hace pintar desnuda Cristina, todo esto, reafirma la idea de una novela-mosaico, de una novela-caleidoscopio, en la que las escenas eróticas, que abundan, son descritas también con fuerza y sin tapujos. Lavín escribe sin miedo a escandalizar, porque es su pluma una pluma refinada. Valga este pasaje como uno de los mejores ejemplos de un encuentro sexual que no teme el grafismo más natural y elegante:

“Una vieja silla de palo era el lugar donde Carlos se sentaba después de que uno a otro se desnudaban con furia y Cristina a horcajadas se ensartaba en aquel pene lustroso, el único que ella conocía, el único que ella deseaba, porque deseo y amor eran lo mismo. Carlos, que había probado mujeres a capricho, nunca antes había sentido un placer tan acusado, una erección tan prolongada, una secreción tan abundante como la que le sobrevenía mientras las nalgas blancas y redondas de Cristina se apoyaban en sus ingles”.

Y cuando Carlos descubre, para su desasosiego, que siente también pasiones sexuales desbordantes por su esposa fea y mojigata, un lector pasivo puede llegar a confundirse, pero un lector activo sabe que hay aquí fuertes tintes del naturalismo más zolesco, ese que postulaba en sus manifiestos, que es la influencia de la herencia y del ambiente lo único que importa en el desenvolvimiento de los personajes.  

 Tonada de un viejo amor es una novela para reivindicar, si cabe esta palabra, una y otra vez. Una novela, en suma, para disfrutar una y otra vez, y es que, como dijera en cierta ocasión Italo Calvino, “los clásicos son esos libros de los cuales suele oírse decir: “Estoy releyendo...” y nunca, “Estoy leyendo.” 

 

Greity González Rivera                                           

Julio 9, 2015